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10.3.13

El petrarquismo en España

     Es bien sabido: una gran renovación lírica penetra en España de la mano de Juan Boscán. Paseando un día de 1526 por los Jardines del Generalife en la Alhambra de Granada, este poeta mantuvo una conversación con Andrea Navagero, embajador de Venecia en la corte de Carlos I, que le propuso intentar adaptar en castellano las nuevas formas de la poesía italianizante, fundamentalmente, la denominada lírica petrarquista.
     El propio Boscán dio cuenta de ello en una carta dirigida a su amiga, la duquesa de Soma, que se ha considerado como el Manifiesto de la escuela poética renacentista o petrarquista en España. 
Placa del Generalife con el fragmento de esta carta.
      Estando un día en Granada con el Navagero -al cual, por haber sido varón tan celebrado en nuestros días, he querido aquí nombrarle a vuestra señoría-, tratando con él en cosas ingenio y de letras y especialmente en las variedades de muchas lenguas, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia, y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aún me rogó que lo hiciese. Partíme pocos días después para mi casa, y con la largueza y soledad del camino, discurriendo por diversas cosas, fui a dar muchas veces en lo que el Navagero me había dicho. Y así comencé a tentar este género de verso. En el cual al principio hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades distintas del nuestro; pero después, pareciéndome quizá con el amor de las cosas propias que esto comenzaba a sucederme bien, fui paso a paso metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso con su juicio (el cual no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo, ha sido tenido por regla cierta) no me confirmara en esta mi demanda. Y alabándome muchas veces este mi propósito y acabándomele de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos ociosos en esto más fundadamente.
     El poeta y estudioso de la Generación del 27 Pedro Salinas se imagina así el escenario en el que tiene lugar ese momento fundacional de la lírica renacentista en castellano:
     Sencillas y reveladoras palabras, una joya de documento literario. Vamos a imaginarnos en uno de esos largos, polvorientos caminos españoles, solitarios y desolados, a un hombre a caballo. El viaje es largo, las horas pasan en soledad. El horizonte se extiende sin límites. El hombre, cansado de mirarlo, se mira por dentro. Y en su mente la semilla allí colocada por el italiano, el consejo de escribir en lengua castellana peo en el nuevo estilo, empieza a germinar. Boscán escribe los primeros endecasílabos. Y así es cómo en un camino largo, gracias a la monotonía y  la soledad, empieza la revolución de nuestra poesía [...] Pero, desgraciadamente, no era gran poeta. Con sus versos no se hubiera incorporado la nueva corriente a nuestra lengua si no hubiera sido por un increíble golpe de suerte. Boscán tenía un íntimo amigo, un caballero poeta como él mismo. Eran un par de amigos perfectos, unidos en la vida y en la muerte, por los gustos y los ideales. Y él animó e instó a su amigo a que él también escribiera poesía al nuevo "itálico modo". Sin tal amigo, no se hubiera efectuado la revolución con tan increíbles rapidez y éxito. Probó el nuevo estilo, y su genio hizo este milagro: que, después de unos pocos años de haber escrito un reducido número de poemas, gozó de la admiración de todos y se estableció la nueva manera de escribir poesía hasta nuestros días.
     En este anexo figura una presentación del soneto, la enumeración de las características del petrarquismo y una breve muestra como ilustración del uso que de esta estrofa llevaron a cabo algunos de los más celebrados poetas renacentistas en la Europa del momento, con una propuesta de comentario.