La Biblia es el libro fundamental de las religiones hebrea y cristiana y una de las obras de referencia de la Literatura Universal antigua. Consta de dos partes: el Antiguo Testamento, un conjunto de 45 libros escritos en hebreo, que recoge la historia, creencias y tradiciones judías antes de la llegada de Jesús, desde el siglo XIII al I, y el Nuevo Testamento, integrado por 27 libros escritos en griego en los que se relata la biografía del mesías.
Los denominados Libros históricos se consideran los más importantes del Antiguo Testamento, pues se atribuyen al propio Moisés, que los habría redactado bajo inspiración divina, y en ellos se narran los relatos de tradición oral que constituyen la historia fundacional de Israel: la salida del pueblo hebreo de Egipto y su peregrinación hasta alcanzar la tierra prometida. La tradición bíblica cristiana llama a estos libros históricos Pentateuco y los judíos Torá; algunas de estas historias forman parte del imaginario cultural de occidente: Noé y el diluvio, Caín y Abel, Sansón, Jonás y la ballena, Salomón, David, José y sus hermanos, Ruth...
Centrémonos en Judit, una de estas memorables heroínas de Israel. El relato de su hazaña está emparentado con algunos de los episodios básicos del cuento tradicional, con lo que este parentesco nos lleva a pensar que se trata de un relato no histórico, constituido a partir del patrón básico en 31 funciones o secuencias descubierto en 1928 por Vladimir Propp en su célebre Morfología del cuento. Y es que la estructura del relato mítico sobre héroes presenta en realidad una estructura que obedece a una fórmula narrativa básica.
Aquí vamos a aplicar un patrón más sencillo al análisis de Judith como relato tradicional; es el establecido por Antonio Rodríguez Almodóvar y que se configura en la siguiente presentación: (aun en proceso de elaboración).